martes, 13 de octubre de 2009

Saltando: Un corto como la vida misma...

Hace unas semanas en clase de Intervención vimos un corto de Pixar, se llamaba Saltando, muy mono por cierto, que aparentemente no parecía tener más objeto que el divertimento para los niños...

Pero a medida que pasaban los minutos me percaté de que el protagonista, un corderito, podía ser cualquiera de nosotros cuando la suerte nos sonríe, nos va bien en los estudios o en el trabajo, nos sentimos orgullosos de lo que somos y también de lo que tenemos, por lo que la gente que nos rodea y que supuestamente nos quiere, nos apoya, nos acepta porque somos personas maravillosas, a las que todo nos va estupendamente...

Sin embargo al perder nuestra lana, es decir, todo aquello que nos hacía felices como puede ser el trabajo, la estabilidad familiar, un estado saludable... muchas de las personas que antes nos adulaban ahora se burlan y hablan a nuestras espaldas, nos rechazan, nos valoran menos que antes, nos excluyen... y todo porque algo en nuestra vida se tambalea. Bonita forma de demostrar el supuesto cariño que nos tenían... Esto nos hace darnos cuenta de lo fácil que puede llegar a ser que cualquiera de nosotros nos convirtamos en desadaptados sociales, en el momento en el que carecemos de algo que "todo el mundo" posee como por ejemplo: una estabilidad económica, un círculo de amigos aconsejable... podemos pasar de ser un ciudadano más a un estado de marginación.

Aunque cuando menos lo esperamos aparece una persona como caida del cielo, en el corto un conejílope, que de forma desinteresada nos recuerda que a pesar de la adversidad no debemos flaquear, debemos confiar en nosotros mismos y gritarle a todos, no necesariamente de forma literal, que no somos mejores por tener más o menos, que no valemos más por aparentar algo que no tenemos o que podemos perder en cualquier momento de nuestras vidas, si no que lo que verdaderamente importa es la persona en sí misma, cómo se autovalore, la forma en que afronte la vida, la manera de relacionarse con los demás... eso es lo que verdaderamente importa.

Habiéndo comprendido todo esto, con ayuda del educador conjílope, el corderito empezó a quererse tal como era y comenzó a aceptar que no todo era de color de rosa, que en la vida hay altibajos, temporadas estupendas y otras que no lo son tanto, pero de cualquier forma hay que intentar llevarlo lo mejor posible para poder vivir más tranquilamente con uno mismo y con el medio que nos rodea.

Esto no es tan fácil como pueda parecer, ya que en la mayoría de las ocasiones el conejílope no aparece como por arte de mágia y la sociedad, los habitantes del bosque, tampoco nos lo pone demasiado fácil, por lo que somos nosotros los que tenemos que acudir a los profesionales adecuados, un psicólogo, un pedagogo, un educador para que de este modo nos ayuden a salir del bache, dándonos fuerza y seguridad para seguir adelante.


Para los que quieran ver el corto:
http://www.youtube.com/watch?v=TPgeMc-XNBk

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